domingo, 13 de noviembre de 2016

Cumbres gemelas


Quinto concierto de abono de la Sinfónica de Galicia, y nuevo programa de escándalo. Johannes Brahms y Franz Liszt compartiendo atriles y auditorio. Dos majestuosas cumbres de la música del Romanticismo, tan descomunales como diferentes.

Se juntaban en un escenario único un erizo rojo y un gato plateado, como bien indicaban las excelentes notas al programa, de Estíbaliz Espinosa. Dos perfiles de madurez tan contrastantes, dos maneras de evolucionar el Arte. Pero, trazando los paralelismos y las divergencias, no deja de resultar curioso cómo el «clasicote» Brahms fue reconvertido en «progresista» por parte de la modernidad del siglo siguiente, dejando al «moderno» Liszt en símbolo preeminente del clasicismo romántico. Paradojas e ironías de la evolución.

El «gordito» nos trajo su Concierto para violín y orquesta en re mayor op.77, una partitura colosal como un monte alpino, virtuosística como el solista que lo encargó, Joseph Joaquim, intensa como su referente, Beethoven. Vadim Gluzman fue el violinista encargado de luchar con la endiablada escritura, sostenido por una orquesta sinfónica en sentido estricto. Belleza y virtuosismo, modernidad y clasicismo, técnica y emoción, fueron los resultados. Un solista a la altura de la obra y de la orquesta, una música sin fronteras estilísticas.

El «larguirucho» nos dejó su Sinfonía Dante S.109, un inmenso fresco, casi un poema sinfónico, sobre la Divina Comedia. Y no la pudo dejar en mejores atriles, pues el estreno de la partitura por parte de la orquesta gallega conoció una lectura de asombro y fascinación. En los primeros metales del Inferno, y su caótica precipitación hacia el inframundo, saturada de golpes de sonido de una desorganizada organización. En los tenues cúmulos de esperanza y melancolía de las arpas que tiñen el Purgatorio. En la placidez onírica de las voces femeninas que saturan el Magnificat final, para dejarnos a las puertas del Paraíso. Al menos al musical sí llegamos, gracias a una interpretación fastuosa que enardeció al auditorio, dejó orgullosos a orquesta, coro y director titular Dima Slobodeniouk ¡magnífica labor la suya!, y a los dos compositores charlando amigablemente en una esquina oscura.

(vídeo fervask)

Netherlands Philharmonic Chorus & Netherlands Philharmonic Orchestra
Hartmut Haenchen

4 comentarios:

pfp dijo...

dos clásicos, "el gordo y el flaco"...

"el clásico nos interroga cada vez que lo abordamos. Desafía nuestros recursos de conciencia e intelecto, de mente y de cuerpo [...] El clásico nos preguntará: ¿has comprendido? [...]
George Steiner

siento abreviar la cita de Steiner; un placer escuchar la interpretación, del genio de Dante, por el genio de Liszt.

Mara dijo...

Gracias, Barbebleue.

Barbebleue dijo...

no hay nada más clásico, y valioso, que la comprensión y el conocimiento...

Liszt y Dante también iban abreviados!

Barbebleue dijo...

De nada, Mara.