domingo, 12 de junio de 2016

La Trompa de Strauss (hijo)


Es muy posible que el compositor-hijo más famoso de la historia haya sido un Strauss, concretamente Johann Strauss II. Perteneciente a esa gran familia de músicos austríacos de tan distinguido apellido, para siempre asociados al vals y al Danubio.

Richard Strauss, el bávaro, sin tener relación alguna con los mencionados, sí compartió apellido, y al igual que ellos también tuvo padre: padre y músico llamado Franz Joseph Strauss. En este caso, compositor e instrumentista de trompa en la Orquesta de la Corte de Munich durante cuarenta años. Mentor y primer maestro de su hijo, a quien ayudó en gran medida a llegar a la inmensa cumbre donde hoy se sitúa Richard, sin duda entre los más grandes.

Como buen y agradecido hijo, también por las influencias domésticas, la trompa es instrumento destacado en la obra de Richard Strauss. A la temprana edad de 19 años escribió su Primer Concierto para Trompa y Orquesta en mi menor op. 11, dedicado a su progenitor. Una obra clásicamente romántica, donde ya apuntaba maneras de gran compositor.

La friolera de sesenta años más tarde, Richard volvería a la trompa solista escribiendo su Segundo Concierto para Trompa y Orquesta, también en la tonalidad de mi menor. Fue escrito en 1942 en plena Segunda Guerra Mundial, en su retiro en los Alpes bávaros, y terminado en Viena, poco después del exitoso estreno en Munich de su última ópera Capriccio, y estrenado en el Festival de Salzburgo de 1943 con la Filarmónica de Viena dirigida por Karl Böhm.

Estamos ante una obra muy diferente a la primera para esta misma formación. Huyendo del virtuosismo extremo, de la tiranía de la técnica, y de las exuberancias de juventud, Richard esparce un sencillo fluido de melodías de gran lirismo y vuelo poético; casi un cantabile contemplativo, sin atisbos de tristeza o desolación.

Buen ejemplo es el segundo movimiento del Concierto: un Andante con moto en el que el solista, sin sobresalir en exceso de entre el resto de metales, nos va haciendo olvidar que estamos respirando...


(vídeo Barbebleuei)

Peter Damm, trompa
Staatskapelle Dresden
Rudolf Kempe


5 comentarios:

Mara dijo...

A veces, Barbeblue, no interpreto bien los textos y menos aún aquellos acabados en puntos suspensivos. De ahí mi pregunta: ¿Estás bien?

Espero que así sea.

Buena semana.

Mara dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Barbebleue dijo...

Mis textos han ganado una justa fama de oscuros, lo cual no me desagrada.

Todo bien, Mara! Respirando, que no es poco.

pfp dijo...

ni respirar... solo interpretar la abstracción de esas pequeñas marcas blancas y negras que discurren a lo largo de las cinco paralelas más extraordinarias que el genio del hombre ha sabido crear...

¿fue el séptimo día, que el hombre creó la MUSICA?

gracias barbazul, Respiremos.

Barbebleue dijo...

Sostiene Barbebleue que la Música no fue creada por el hombre, sino que le ha sido concedida, como necesidad; como la respiración.