El Festival Mozart 2013 ha contado con el renombrado pianista y director alemán Christian Zacharias como artista residente, en un total de cuatro programas, entre conciertos y recitales.
Todo un lujo para un evento que venía rodando, año tras año, por un precipicio realmente peligroso; una distinción para el público asistente y también una dignificación necesaria del egregio nombre del Festival, con uno de los mejores intérpretes mozartianos en activo.
El cuarto programa presentado, el 29 de mayo, fue un Concierto con la Orquesta Sinfónica de Galicia, convenientemente aligerada, a quien Zacharias dirigió desde el piano en el kv 488 de Mozart, de manera estilísticamente clasicista. Las lecturas de FJ Haydn, WA Mozart y de un neoclásico F Poulenc compartieron una visión sin concesiones: belleza formal, sencillez, pureza, contención, rotundidad, nitidez, proporción… talladas en mármol del Pentélico.
La parisina Sinfonía N. 83 “La Gallina” de Haydn aunó a lo antedicho una claridad expositiva digna de las más limpias aguas del Egeo. El siempre bien humorado dramatismo haydniano nadaba por las diferentes cuerdas, dejando siempre oxígeno para pequeños y contenidos adornos del viento madera, a modo de delicado frontón instalado sobre la robustez del entablamento.
El Concierto para piano n.23 en La Mayor kv488 de Mozart, el punto álgido de la velada, fue leído con la elegancia de un Fidias. Muy contenido en dinámicas, los implacables y metronómicos tempi hacían de verdad justicia al compositor; para dejar en la melodía cantabile, especialmente del Adagio, emerger el vuelo genial del salzburgués. Con el Steinway & Sons instalado de manera transversal a la orquesta, tapa cerrada, pocas veces cobró tanto sentido el concepto “concierto – concertar”: el diálogo fecundo entre el solista y el acompañamiento. El tercer movimiento, Allegro assai, fue un prodigio de empaste y dialéctica, resultando el apagado sonido del piano la auténtica argamasa de un palacio sonoro que en su forma rondó-sonata resulta vertiginosamente rico.
III. Allegro assai
Orchestre de Chambre de Lausanne
Christian Zacharias
(vídeo Barbebleuei)
Tras el intermedio, breve, atacaron la Sinfonietta (1947) de Francis Poulenc; una obra reconocidamente neoclásica que hacía honor a las figuras precedentes y sumaba un cierto aire de voluptuosidad crepuscular en su Andante cantabile.
Para cerrar, una comedida pero briosa interpretación de la Obertura de Le Nozze di Figaro, una partitura que te pone en órbita desde el primer compás.
Christian Zacharias aportó el más puro clasicismo al Festival ¡si lo hace más clásico, le sale el Partenón! Para tal edificio musical contó con el mejor mármol, la OSG: material dúctil, noble, robusto, cristalino y elegante, …. Pero tuve la sensación de que parte del público no entendió el estilo, alejado de almibaramientos romanticones, y se quedó un tanto frío. Ya saben, no todas las pieles están preparadas para apreciar el tacto del mármol (!?)
4 comentarios:
caramba, barbazul, nos ha dejado Vd casi el Partenón aprovechando la ampliación y la nueva iluminación de su Castillo, ¡qué menos para Mozart y esa interpretación de Zacharias¡
feliz domingo¡
Estuve, !vaya pasada!
Lo triste era la entrada, superbajonazo de público, espero que sea como la crisis en la Grecia antigua y sirva para depurar y mejorar. Un abrazo, Barbe, gracias por tu valiosa aportación.
¡qué menos que un templo para semejante rito, pfp!
además a uno le gusta...
feliz lunes!
¡Pues no te vi, Conchita!
Me temo que nos encaminamos hacia una nueva Edad Oscura...
Un abrazo
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