Resulta muy reconfortante comprobar que no hemos perdido la capacidad de emoción, aún golpeando una y otra vez en la misma fragua. Aunque en ocasiones nos asalte la duda respecto a si páginas mil veces escuchadas con deleite y pasión, páginas archiconocidas, todavía guardan intacta su capacidad emotiva; si todavía podemos volver a ellas con ingenuidad y salir con asombro. Lo contrario sería algún tipo de muerte…
Exactamente eso, una duda razonable, me recorrió en forma de sensación angustiosa a raíz de una revisión de la Sinfonía n. 41 en Do Mayor “Júpiter” KV 551 de WA Mozart.
¿Continuaría erizándome el vello como ha hecho siempre?
¿Sentiría fatiga o aburrimiento?
O sería un valor refugio seguro para estado anímicos determinados!?
El resultado, de nuevo y espero que por mucho tiempo, ha sido generosamente satisfactorio. No sólo sino también; a la capacidad emotiva unía nuevos descubrimientos sensoriales. El sueño fue más plácido esa noche… al menos Mozart, su espíritu, seguía vivo y siendo efectivo. Era su triunfo, y mi refugio frente a la ciclogénesis vital.
El último movimiento –Finale: molto allegro- de su última Sinfonía sigue conmocionando por la transparente comunicación que se agita libremente sobre el robusto contrapunto de su fugado a cinco voces, que eleva su victoria más allá de su tiempo.
Pero no conviene olvidar que en Música el medio también es valorable, y esa persona que mueve las manos frente a la orquesta puede ser decisiva. Así ocurre en la nítida y limpia lectura, mozartiana, que de dicho movimiento obtiene Günter Wand (1912-2002) de la Orquesta Gürzenich de Colonia.
¡ojalá les emocione tanto como a mi!
(vídeo Barbebleuei)
7 comentarios:
Gracias por compartir tus sensaciones personales, en este caso ante el temor a perder en parte o totalmente un anterior disfrute, el que nos proporciona "lo sublime". La duda "que corroe" además atenaza, a mi me pasa con mis propias sublimaciones, pero éstas nunca defraudan. Como es el caso. Un abrazo, Barbe
Me ocurrió algo parecido con las cantatas de Bach, así en general, sin concretar en ninguna, hace bastante tiempo, es una sensación desagradable, como de pérdida, y aún no sé si ya me he respuesto, tendré que volver a enfrentarme a ellas a ver qué pasa.
Es un desamparo profundo porque esas "sublimaciones" ya son parte fundamental de nosotros mismos...
Otro abrazo, Conchita
Pues no tardes, maac; esas incógnitas conviene despejarlas lo antes posible. Más si cabe tratándose del Kantor...
No me gustaba nada esta sinfonía pero, dado tu comentario y el de tus lectores, le voy a dar otra oportunidad. Ya sabes, Barbe, hay días en que uno oye o escucha mal y eso debió de pasarme hace muchos años cuando quise introducirme en la música del austríaco.
Saludos!
Hola Glòria, si esta Sinfonía no termina de llegarte, siempre puedes ir descendiendo de número hasta la "Praga" o la "Linz".
Estoy completamente seguro de que en el camino encontrarás grandes paisajes de Belleza y Emoción.
Un abrazo!
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