jueves, 19 de noviembre de 2009

A KÉKSZAKÁLLÚ HERCEG VÁRA

'El Castillo de Barbebleue' (pfp)
.
Decía un amigo mío que toda gran historia podría ser definida, en esencia, como “una alegoría entre el amor y la muerte”. “El Castillo de Barbazul” de Béla Bartók/Béla Balázs es una gran historia, por tanto una alegoría: un simbolista Cuento de Amor. De amor y sus derivadas: confianza, belleza, posesión, sentimiento, horror, delicias,…
.
Y este Castillo está vivo, es la prolongación física de su propietario, su propio líquido intercelular que llega a extravasarse debido a su vida interior sufriente. Por ello reúne cualidades a menudo antagónicas, sublimes y destructoras. Es su propio YO, su propia mente (la nuestra) con sus simas insondables y sus anhelos eternos. La materialización pétrea de una búsqueda interior (¿quién no se ha enrocado?). Un viaje iniciático desde la oscura soledad terrenal, natural, hacia una vida superior: social, cultural, feliz, fantástica. El laberinto (personal) rememorado…
.
(Revista Norte)
.
Un tránsito de una semana a través de sus siete puertas, de las que sus primeras visiones están anegadas de sufrimiento, de sangre. En el estanque de lágrimas se produce el punto de inflexión, la pura elevación, la redención por medio de la entrega y la confianza. La máxima espiritualidad (“no me hagas preguntas, Judit”) hacia la última parada donde se corona a la reina del amor eterno ( la reina de la noche), la culminación del día, la apoteosis del ser. Pero ese ser es imperfecto, todo lo encierra y lo destruye, volviendo a la oscuridad de su guarida, de su inaprensible esencia ("desde ahora, todo será oscuridad,oscuridad, oscuridad...")
.
El gran acierto de Bartók es relatar la ascensión a través de una genial mezcla de disonancias, oscuras armonías y politonalidad ungidas del lenguaje popular húngaro. El poderoso clímax dramático se logra por el incremento de las dosis musicales, embriagadoras, descorporeizadas, en una intensidad casi erótica, manteniendo el anclaje terrorífico del motivo de la sangre.
.
La tímbrica tan personal de Bartok inunda la obra, incluso la desborda. A través de sus personales querencias (afiladas cuerdas, poderosos timbales, evocadoras maderas, saturación de percusión, cristalinas arpas, asombrosa celesta, gran órgano) dibuja cada una de las escenas con toques expresionistas plenamente descriptivos. Así presenta la cámara de tortura (1ªpuerta) con el atronador redoble de la percusión, la sala de armas (2ª puerta) con la llamada de los metales, o su propio señorío (5ª puerta) con el esplendor del crescendo del órgano. Retrata el alma del cerebro.
.
La sexta puerta, una de las más emotivas de la obra, revela la influencia de Debussy. En los glissandi de sus maderas evoca las estancadas aguas de otro castillo demoledor donde perece Mélisande. Judit hace ahora suyos los rumores acerca de Barbazul, crece la sospecha, aumentan las evasivas. Es la consumación de la sangre en una escena en tres secciones: la descripción del estanque de lágrimas, el diálogo sobre las anteriores esposas del duque, y la demanda de apertura de la última puerta.
.
En la primera, tras la presentación mórbida y fantasmal del estanque en forma plástica, contrastan las líneas de canto de Judit en las cuerdas bajas y la respuesta automatizada y ostinata de Barbazul en la palabra könnyek (lágrimas). A partir de entonces va creciendo la distancia, señalada con técnica de repetición verbal, simbolizando la inestabilidad de su comunicación, creciendo las pausas y alterando la dinámica, el tempo y la armonización en la orquesta. La escena va concluyendo en un lamento musical henchido de pena, aflicción, desazón ante la demanda de apertura de la séptima puerta, mezcla de desconfianza, fatalidad, miedo y deseo…
.
Un viaje para no perderse y perderse en él…
.
(Mientras Judith gira la llave en
la cerradura, se oye, como en un
susurro, el lamento de un llanto
profundo)

BARBAZUL
¡Judith, Judith, no abras!

(Judith abre y la escena se oscurece
como si la sombra de un espíritu la
estuviera atravesando)

JUDITH
Veo un gran lago.
Un agua tranquila, dormida, blanca.
¿Qué es ese agua misteriosa?

BARBAZUL
Lágrimas, Judith, lágrimas, lágrimas.
...

.

. Sylvia Sass/Kolos Kovats/LPhO/Georg Solti

Aquí encontrarás otro Kékszakállú Herceg Vára
Bluebeard: Matthias Goerne
Judith: Anne Sophie von Otter
New York Philharmonic Orchestra

Christoph von Dohnanyi

8 comentarios:

Esdedesear dijo...

Muchas gracias por atraerme hacia cosas bellas a las que, sin tí,seguramente nunca habría llegado, puertas que nunca habría abierto.
He visto que puedo encontrar un ejemplar, aunque CD, en la biblioteca

(Notas: Tít. en español: El castillo de Barba Azul
Int.: Hertha Töpper, soprano; Dietrich Fischer-Dieskau, barítono; Helmut Krebs, tenor; Radio-Simphony-Orchestra-Berlin; director, Ferenc Fricsay
Cantada en alemán
Texto do libreto en alemán e traducción ó francés e inglés
Ópera en un acto cantada en alemán)
Lo escucharé con tu guión delantey trataré de contagiarme con tu entusiasmo. Un abrazo

Joaquim dijo...

Es una ópera que te atrapa en cada puerta, un poquito más.
Lo de la quinta es pura lujuria.
El cuadro que encabeza el post, es el justo homenaje a la musa en un día para bendecir.
Gracias barbe, por acordarte de la ópera y de la musa.

Barbebleue dijo...

Conchita, ojalá te atrape ese Castillo. La deuda es mutua.

Gracias a tí, Joaquim, justo maestro del homenaje.

Josefina dijo...

Maravillosa presentación de la ópera y del castillo, donde el misterio y la apariencia son uno, y sólo los separan los nombres; esta identidad es difícil, muy difícil de comprender... es la "puerta" que conduce a la profundidad de la esencia.
Gracias Barbebleue, ya ves que mis pensamiento brotan espontáneamente.

pfp dijo...

siete puertas cerradas/abiertas a cal y canto

pasión y razón, ¿la clave del misterio?

tu explicación sensacional Barbazul

gracias

Titus dijo...

¡Operón!

El cuadro me ha gustado mucho, es barbazúlico a más no poder.

pfp dijo...

Joaquim, Barbazul, Titus, gracias a los tres. Besos

Allau dijo...

Menudo pedazo de ópera! Y por una vez la producción de la Fura que vimos en el Liceu creo que le hizo justicia.