
Decía TW Adorno que
“la verdadera razón de la grandeza de Beethoven es que no sólo produjo una buena pieza tras otra, sino que incesantemente produjo nuevos tipos, nuevas categorías de música…” Aseveración que cobra todo su sentido al aproximarnos a sus últimos cuartetos de cuerda. Una música
pura que
desnuda el alma del genio,
destruye el universo clasicista imperante,
salta por encima de todo el arte musical del XIX y
constituye una cima de cimas, el apogeo de su obra y un
ochomil en la Historia de la Música.
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Beethoven llega por fin a revelar el
arte por el arte, sin compromisos públicos ni patronales. En su aislamiento nos comunica sin pudor sus temores y sus firmezas, presentándonos un nuevo universo formal y expresivo,
“un orden superior con fondo negro, ocre y mate” según Eugenio Trías,
una música sin tiempo ni espacio, eterna.
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El Cuarteto de Cuerdas clásico, descendiente del divertimento, es
una escritura a cuatro partes, con un instrumentista por parte, ausencia de continuo y en forma sonata. Beethoven en sus últimas obras se cuestiona toda la arquitectura, es el Beethoven más radical:
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- Maximiza las estructuras llegando hasta siete los movimientos del opus 131
- Estruja la expresividad por medio de una armonía compleja
- Invierte en potentes líneas melódicas, hijas del folclore
- Urde texturas a través del motor contrapuntístico y un potente desarrollo polifónico, arcaico por momentos (no hay tiempo, no hay espacio),
- Compone las ideas musicales sin hilazón ni barrera: variaciones, fugados, contrastes, modulaciones, ritmos, todo se yuxtapone en un desbocado camino hacia La Forma,
Lo Innombrable,
Lo Sublime,
fruto de un pensamiento musical más abstracto, esencial, superior.
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Concluye Adorno
“El estilo último de Beethoven es la autoconciencia de la insignificancia de lo individual” Me atrevo a añadir que son la prueba tangible de la
Inmortalidad del Ser Humano.
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Pasemos a comprobarlo en la inmaculada y legendaria versión del extraordinario
Quartetto Italiano, que extrae todo lo sobrenatural de esos pentagramas,
cambiándonos la vida:
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Cuarteto n.14 op. 131 II. Allegro molto vivace
Pequeño y rico scherzo in ritardando
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Paolo Borciani, violín I
Elisa Pegreffi, violín II
Piero Farulli, viola
Franco Rossi, violonchelo
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PS: después de ésto ¿qué nos queda? Tan sólo llorar... de gozo, de gratitud.