
Pese a su amistad, colaboración e incluso parentesco con Arnold Schoenberg, nunca se vio tentado por el dodecafonismo, alegaba que "necesitaba sentir junto a él el seguro de las relaciones de jerarquía tonal". Explorando y explotando el mundo de las disonancias y el cromatismo, desarrolló y engrandeció el expresionismo tonal de corte clásico, muy en la línea de Franz Schreker. Sus nunca disimuladas influencias provienen de Brahms y Wagner y llegan hasta Mahler y Richard Strauss.
Eine Florentinische Tragödie op. 16, basada en una obra teatral de Oscar Wilde traducida al alemán por Max Meyerfeld, fue estrenada en Stuttgart en enero de 1917. Seguía una moda imperante en esa época de óperas de ambientación renacentista italiana: Mona Lisa, Violanta, Die Gezeichneten, e incluso el Gianni Schicchi pucciniano.
Se trata de una ópera en un solo acto, que al igual que Salome o Elektra en cuyas fuente bebe, se abre con unos fieros acordes orquestales. No sólo comparte el arranque con esas dos obras maestras straussianas, sino todo el profundo desvarío psicológico de un ambiente claustrofóbico y decadente, cuya resolución exige la tragedia. Con tan sólo un triángulo amoroso protagonista va progresando la tensión dramática gracias a la magnífica orquestación de Zemlinsky. Tras la Obertura, a modo de escena de amor de los esposos, el clímax se va preparando poco a poco hasta la escena del asesinato, y se resuelve en un final lírico, imprevisto, enfermizo e irreal.
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Con un pie en la más pura tradición brahmsiana y otro en el más descarado cromatismo, al límite de la tonalidad, es un canto al más limpio expresionismo entendido como ultrahiperromanticismo. La orquestación es muy sugestiva, como corresponde a un brillantísimo orquestador: sugerente, envolvente y de gran exuberancia tímbrica. La línea conductora de la obra son los ariosos de Simone, que van reflejando el profundo cambio psicológico que va sufriendo el personaje: simple y efectivo.
El comienzo de la obra, una alegoría entre el amor y la muerte, es una soberbia Obertura orquestal:
El comienzo de la obra, una alegoría entre el amor y la muerte, es una soberbia Obertura orquestal:
5 comentarios:
Que ganas tenía yo de hablar de esta obra, pero mejor que tu, imposible.
Demasiado olvidado todo el opus de Zemlinsky.
Esa orquestación elegante y esa escritura rozando el espresionismo musical son absolutamente fascinantes.
Hay quien dice que Zemlinsky en la Florentinische Tragödie pone voz al silencio a través de la música.
La versión de Chailly es espléndida
A pesar de que es, para mi, muy deprimente (me refiero a la lectura que he hecho del libreto), no conocía esta obra y tengo que reconocer que me ha fascinado la música, la orquestación principalmente... Una experiencia musical más. !Gracias!
Muchas gracias. Disfruto mucho con su página. Un saludo
Me encanta esta obra, gracias por recordarla, nunca está de más tratándose de uno de los olvidados.
¡Bienvenida Concepción Julia!
Es un placer tenerte de asidua lectora en mi Castillo, y también un honor poner un enlace a tu estupendo blog, al que ya me estoy asomando.
Y a todos: amenazo con seguir enredando con Zemlinsky...
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