Cielo nocturno. Una torre con una roja verja de hierro como puerta; antorchas como única luz.; un camino oscuro sube hacia la torre donde todas las figuras aparecen en relieve.
Así nos describe Oskar Kokoschka el ambiente de su drama "Asesino, Esperanza de las Mujeres" (1907); el resto queda explícito en su cartel para el estreno. Basado en Sexo y Carácter (1903) de Otto Weininger, un hito de la misoginia, es considerado el primer drama expresionista alemán. Plantea la batalla de sexos… en un entorno mítico, donde intenta desnudar la idea de mujer. El Hombre como ser puro y espiritual, sometido a la necesidad de la Mujer, como ser falso, parasitario. El drama se convierte en una alegoría del acto sexual, con su carga de dominación: mientras éste intenta escapar, ella no puede, siendo su esperanza la aniquilación.
Paul Hindemith, impresionado por la obra, la convirtió en 1919 en una ópera de cámara, en un solo acto, dotada de una desaforada pulsión. Nació así la primera parte de su Tríptico Expresionista que se completaría con Das Nusch-Nuschi (1921) y Sancta Susanna (1922).
Una música salvaje, nervuda, lujuriosa, repleta de aristas… poderosos ritmos, disonancias, cromatismo, tritonos… Una disección anatómico-musical que se abre en un crescendo de metales, y cuya seducción bebe en el Tristan wagneriano.
Dos personajes: Hombre (barítono), Mujer (soprano), cada cual con su correspondiente coro.
Sinopsis: el Hombre con armadura, herido, pálido, llega liderando su cansada horda de hombres hasta la torre de la Mujer, quien entre sus asustadas mujeres lo recibe orgullosa “Con mi aliento abanico el amarillo disco del sol, mis ojos captan el júbilo de los hombres, su lujuria merodea a mi alrededor como una bestia” El Hombre ordena que sea marcada con su hierro, tras lo cual la Mujer logra herir con un cuchillo al Hombre, quien cae entre convulsiones “ansia insensata de horror en horror, desapacible rotación en el vacío. Tormentos del nacimiento sin nacimiento, precipitándose abajo del sol, temblando en el espacio. El final de aquellos que me elogiaron.” Entonces los hombres aprovechan para encerrarle en una jaula, dejándole en compañía de la Mujer quien se arrastra a su alrededor y se agarra a sus barrotes; parten a divertirse con la mujeres. Mientras La Mujer le va torturando y provocando, el Hombre va recobrando sus fuerzas “quién me amamanta con sangre?. Devoro tu carne”, Ella flaquea “tu amor me encarcela, me sujeta con cadenas de hierro, me estrangula, déjame ir…” El Hombre, repuesto, abre la puerta de su jaula, toca con sus dedos a la Mujer hiridéndola de muerte y se dirige hacia el grupo de hombres y mujeres, dejando tras de sí un reguero de sangre y fuego.
Una obra radical, provocadora, cruda, atractiva…
Escuchemos el comienzo y el final de la ópera en la versión de Franz Grundheber, Gabriele Schnaut, el Verstärker RIAS Kammerchor y la Radio-Symphonie-Orchester Berlin, dirigidos por Gerd Albrecht:
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