domingo, 28 de febrero de 2016

Reinhard Keiser: "Croesus"

Representación de Croesus, Berlin 1999

Dentro de nuestro fascinante periplo a la búsqueda de músicas menos conocidas pero de alta calidad, desembarcamos hoy en Hamburgo a comienzos del siglo XVIII. En su Gänsemarktoper trabajaba por entonces, con gran éxito, un prolífico compositor sajón.

Reinhard Keiser (1674-1739), contemporáneo de JS Bach, estudió en la famosa Escuela de Sto. Tomás de Leipzig (Thomasschule), precisamente con los antecesores del más ilustre Kantor de dicha iglesia. Su carrera musical, centrada especialmente en la ópera popular alemana con más de cien títulos, se desarrolló desde los veinte años en Hamburgo, en diversos períodos de tiempo, hasta su fallecimiento en dicha ciudad hanseática a los sesenta y cinco años de edad. Pese al olvido posterior, su fama llegó a ser comparable a la de G.F. Händel o G.P. Telemann.

En 1711 estrenó el singspiel en tres actos Croesus -”Der hochmütige, gestürzte und wieder erhabene Croesus”- con libreto en alemán de Lukas von Bostel, basado en un drama de Nicolò Minato. En 1730, tras una exhaustiva revisión, volvería a ser estrenada en Hamburgo; esta segunda versión es la que ha llegado hasta nosotros.

La obra, situada en Lidia dentro de un ambiente clásico muy del gusto de la época, relata, con toda suerte de enredos, los amores, siempre complejos y confusos, entre Elmira, una princesa meda, y Atis, el hijo del rey Creso, en medio de un contexto bélico con Ciro, el rey de Persia.

La música de Keiser, de una enorme riqueza y originalidad, aúna la belleza melódica de gran cantidad de arias y dúos, de una vocalidad muy atractiva, con una inmensa variedad de recursos orquestales, muy exóticos algunos, que contribuyen a aumentar el atractivo de obras de gran formato como la presente.

Acto I: Aria de Elmira "Hoffe noch, gekränktes Herz!"



Acto II:  Duetto Elmira y Clerida "Freundliche Liebe, wie freust du mein Herz!"


Acto III: Aria de Atis "Elmir! no bleibest du?"


(vídeos Barbebleuei)

Dorothea Röschmann, Elmira
Salomé Haller, Clerida
Werner Güra, Atis
Akademie Für Alte Musik Berlin
René Jacobs

domingo, 21 de febrero de 2016

Tres Intermezzi


Después de trece años sin escribir obra alguna para el piano solo, J. Brahms retomó una de sus mejores herramientas, para dejarnos su testamento pianístico, entre los años 1892 y 1893. Un conjunto de cuatro opus, con un total de veinte piezas: Fantasías op.116,  Tres Intermezzi op.117, y los Klavierstücke op. 118 y 119.

Los Tres Intermezzi fueron compuestos en 1892, en esta forma que llenaría sus últimas páginas, y comparten un paisaje brumoso, oscurecido por los años, con más resignación que esperanza, o dicho en palabras del propio autor: “canciones de cuna de mi sufrimiento”.

El Intermezzo I se inspira en una antigua nana escocesa, Lamentos de Lady Anna Bothwell; el maternal primer tema de su andante moderato llega acunando ternura, enseguida aparece el desasosiego, siempre resignado. El retorno al tema inicial rezuma angustia:


Intermezzo II: un andante non troppo e con molta espressione cuya primera idea musical se viste de ensoñación, y conduce a una tristeza más bien cercana, elegíaca. La pieza se mantiene en un equilibrio inestable entre ambos extremos hasta que el sueño es empotrado contra la realidad:


Intermezzo III: balada de melodía lejana pero muy directa por la claridad de su armonía, todo en un tempo Andante con moto:


(vídeos TheLeonardoSaez)
Wilhelm Kempff, piano

Escuchando estas piezas, uno llega casi a entender a Ludwig Wittgenstein cuando aseguraba que “la Música se detiene en Brahms…”

domingo, 14 de febrero de 2016

Paul Kantner, contra el Imperio


Efectivamente Paul Kantner (1941-2016) perteneció a la “aristocracia” del Rock. Miembro fundador, y una de las múltiples cabezas de la hidra musical más conocida y exitosa del llamado rock ácido de California, sección Bahía de San Francisco: Jefferson Airplane.

Vocalista, guitarra rítmica y compositor de la mítica banda, representó también el alma más psicodélica del grupo, junto a Grace Slick. Porque lo que engrandecía a los Airplane era las distintas sensibilidades que coexistieron, no sin problemas; al lado de la pareja Kantner-Slick, brillaba el pop melódico de Marty Balin, y el profundo blues cañero del bajista Jack Cassady y el guitarra solista Jorma Kaukonen, por no hablar de los sucesivos y diferentes percusionistas que se subieron al aeroplano.


A esta disparidad, tan enriquecedora durante sus años de gloria, se unió la inmensa promiscuidad musical entre los distintos grupos de toda la zona de la bahía franciscana. Colaboraciones, jams-sessions, grupos cruzados, un torrente de ideas y experimentación que llevó a crear, como hemos visto, un propio subgénero en el mundillo rockero. También, como es natural, a grandes desbandadas, nunca mejor dicho.

En 1970, tras el lanzamiento de la obra cumbre de los Airplane, el álbum “Volunteers” el grupo estaba precisamente en desbandada; por decirlo en palabras del propio Kantner: “éramos como una caja de bolas de golf rebotando sobre una escalera de mármol”. Con Cassady y Kaukonen con su grupo Hot Tuna en Europa, Balin perdido en la playa, y sin batería fijo, Paul y Grace pasaban el tiempo grabando en San Francisco demos para el nuevo disco de JA. Las sesiones de grabación avanzaban rápidamente con la colaboración de otra buena parte de la aristocracia local: Jerry García, de los Grateful Dead; David Crosby, de innecesaria presentación; David Freiberg, de los Quicksilver; Mickey Hart, Graham Nash, etc.

Todo este plantel unido al estado de gracia artística de Kantner edificó la mejor obra individual de nuestro invitado de hoy: el disco “Blows Against the Empire” (1970). Obra donde queda reflejada, mejor que en ninguna otra, el estilo compositivo de Kantner, como decíamos, tan psicodélico, estructurado en oleadas hímnicas, perfecto para el arte de armonización vocal tan característico de Grace Slick. Y todo unificado por el gusto por la ciencia ficción de nuestro protagonista.

El álbum resultó entonces una obra conceptual, una epopeya rock de ciencia ficción: un grupo de jóvenes desencantados secuestran una nave espacial para abandonar la tierra y fundar un nuevo mundo en una galaxia muy lejana, usando el viejo grito de los enemigos de la Roma imperial “golpes contra el Imperio”. ¿Les suena? Era el año 1970, faltaban siete años para la primera entrega de Star Wars.

Los Airplane todavía duraron dos años más como banda, grabando dos excelentes discos, pero aquí nacería la semilla de una saga: los Jefferson Starship, con Kantner y Slick. Pero ésa es otra historia, mucho más aburrida.

Have You Seen the Stars Tonite”:

(vídeo mlbloverock)

Starship”, con una nómina de músicos que todavía hoy impresiona: Kantner, Slick, Balin, García, Crosby, Nash, Brooks, Freiberg, …

(vídeo Eduardo Franco Ocnarfeara)


domingo, 7 de febrero de 2016

Sadko


Estoy convencido de que hay que considerar y juzgar un libreto de ópera sólo en relación con la música. Separado de la música sólo es un medio auxiliar de orientación sobre el argumento de la ópera, y de ninguna manera una obra literaria independiente.
Rimsky

Una de las óperas más hermosas del amplio catálogo de Nikolai Rimsky-Korsakov (1844-1908) es sin duda Sadko, escrita entre 1894-1896 y estrenada en Moscú en 1898. Una obra basada en antiguas leyendas rusas con una música tan hermosa como exótica.

Sadko fue un histórico comerciante de Novgorod del siglo XII alrededor del cual surgieron numerosas leyendas, epopeyas y cuentos rusos que, reuniendo tradiciones paganas y cristianas, crearon una historia fabulosa sobre la vida de dicho personaje convertido en un trovador intérprete de cítara (gusli). Sadko embarcaba para alta mar y regresaba henchido de gloria y tesoros, tras casarse con la princesa hija del Rey del Mar.

Numerosas plumas – V. Stasov, V. Yastrebtsev, N. Shtrup, N. Findeyzen y V. Belsky – trabajaron sobre el amplio conjunto de historias para escribir el libreto de la ópera, estructurado en siete variadas escenas.

Rimsky, a partir de un poema sinfónico homónimo previo, compuso una música tremendamente hermosa y evocadora, dando rienda suelta a su inmensa capacidad melódica, de fuerte sabor popular eslavo, y con una gran carga de exotismo y onirismo que tan bien encaja en esta leyenda mágica. Los enormes contrastes entre las distintas situaciones, reales y fantásticas, domésticas y aventureras, marítimas y terrestres, cercanas y lejanas, con la naturaleza como fondo, llevadas con la maestría orquestal del compositor hicieron el resto, y nos dejaron una obra redonda y de gran atractivo para casi cualquier público.

Escena I: Reunión de los ricos comerciantes de Novgorod quienes se burlan de la presunción y de los sueños de grandeza de Sadko.


Escena II: Solitario a orillas del lago Illmen, Sadko se encuentra con Volkhova, princesa del Mar, quien le ofrece sus tesoros si decide casarse con ella.


Escena III: Sadko comunica a su mujer que ha decidido abandonar su hogar.

Escena IV: Sadko se despide de sus camaradas, en busca de su gloria y destino en alta mar, pidiendo a exóticos personajes (vikingo, indio y veneciano) que le describan los tesoros y bellezas de sus lejanos paises.


Escena V: tras varios años de navegación, con el barco cargado de tesoros, una calma oceánica les impide el regreso; la tripulación de su barco decide tirar por la borda a Sadko para aplacar al Rey del Mar.


Escena VI: en un rico palacio en el fondo del mar se celebran las bodas de Volkhova y Sadko con la bendición del Rey, amenizado por la interpretación musical de Sadko, hasta que una antigua aparición detiene la fiesta.


Escena VII: Sadko despierta de su sueño a orillas del lago mientras Volkhova se va transformando en el río que une su ciudad al mar. Retomando a su familia y a sus camaradas, cantan todos el esplendor del vasto Mar.


(vídeos Barbebleuei)

Extractos musicales tomados de la interpretación, para el sello Decca, de los solistas, coro y orquesta del Teatro Maariinsky, bajo la dirección de Valery Gergiev. Grabación muy, muy recomendable...